Capítulo 1
Durante años no supe que lo mío tenía un nombre.
No era ansiedad. No era trauma. No era trastorno.
Era simplemente yo. O eso creía.
Pensaba que vivir con miedo era lo normal. Que la tristeza que se instalaba en el pecho, esa que no se quitaba ni con música ni con abrazos, era parte de crecer. Que no dormir bien, tener el estómago encogido, odiar los espejos, sentir culpa después de comer, vivir con el cuerpo en alerta... era lo que a todos les pasaba pero nadie decía.
Así que lo callé. Lo envolví todo en silencio. En años de silencio.
Empecé a sobrevivir antes de entender lo que significaba esa palabra.
Sobreviví cuando, de niña, me rompieron la inocencia y me enseñaron a tener miedo del contacto, del cuerpo, del deseo, de los demás.
Sobreviví cuando, muy pequeña, aprendí a dejar de confiar.
Sobreviví cuando nadie me preguntó si estaba bien. Cuando no había palabras. Solo miradas esquivas y secretos.
Fui la niña buena, la lista, la educada, la callada.
Porque si cumplía, si me portaba bien, tal vez dejaría de doler.
Pero no dolía menos. Solo dolía en silencio.
En la adolescencia el dolor cambió de forma. Se volvió hábito.
Me peleé con la comida, con el cuerpo, con el espejo. Me perdí en atracones que me vaciaban y en vómitos que me castigaban. Comía para silenciar, vomitaba para olvidar. Y cuando no hacía ninguna de las dos cosas, simplemente me odiaba.
Pero ni siquiera sabía que eso era un trastorno. Solo pensaba que estaba defectuosa. Que el problema era yo.
Crecí y aprendí a funcionar. A sacar buenas notas, a parecer fuerte, a no faltar al trabajo. A ser eficiente. A no molestar.
Me convertí en la mujer que “lo puede todo”. Hasta que el cuerpo dijo basta.
El cuerpo siempre lo dice antes que tú.
Empieza con no dormir. Luego vienen las crisis de pánico, la taquicardia, el temblor. Después llega la niebla mental. Y al final, una mañana cualquiera, simplemente no puedes más.
Sobrevivía cuando iba al trabajo con un nudo en la garganta.
Sobrevivía cuando estudiaba con lágrimas secas en los ojos.
Sobrevivía cuando decía “estoy bien” por costumbre.
Sobrevivía cuando me tragaba todo lo que necesitaba decir.
Sobrevivía cuando comía con culpa o dejaba de comer para sentir que tenía el control.
Sobrevivía cuando me decía que no tenía derecho a descansar, a sentir, a parar.
Y entonces, un día, algo se rompió. O se abrió. O se reveló.
Fue una mezcla de agotamiento, duelo, miedo y claridad.
Un “ya no puedo más” que no vino con rabia, sino con una especie de rendición dulce. Como si, por primera vez, mi cuerpo y mi mente se pusieran de acuerdo para decir: necesitamos ayuda.
El principio de verme. De nombrarme. De empezar a decir esto no está bien.
El principio de permitirme llorar sin culpa.
De contar la verdad sin adornarla.
De dejar de justificar el daño ajeno.
De sentarme frente al dolor y no salir corriendo.
No fue magia. No fue inmediato. Y aún no está resuelto.
Pero ese día comenzó algo distinto.
Y si tú estás leyendo esto con la sensación de estar aguantando de más, si te identificas con lo de “funcionar” aunque por dentro estés temblando…
Solo quiero decirte algo que me habría gustado que alguien me dijera a mí:
No estás loca.
No estás rota.
No estás sola.
Solo estás sobreviviendo.
Y eso no es vivir.
Pero se puede volver a empezar.
Incluso desde ahí. Incluso desde el fondo.
¿Cómo saber si estás sobreviviendo?
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Si te cuesta respirar y no sabes por qué.
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Si todo lo haces por obligación, incluso dormir o comer.
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Si sonríes por fuera pero por dentro te estás apagando.
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Si te sientes culpable por descansar.
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Si tienes miedo constante a fallar, aunque estés agotada.
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Si sientes que nadie te ve del todo, ni siquiera tú misma.
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Si tienes que recordarte a diario que vale la pena seguir.
Si te reconoces en esto… no estás sola. No eres rara. Estás sobreviviendo y eso también es señal de fuerza, aunque estés cansada de demostrarlo.
"Durante años quise desaparecer. Hoy, quiero aprender a quedarme."
Os dejo una de mis canciones y de dos de las personas que más quiero Andre y Nuris. Gracias por ser y estar, a pesar de mí.
Nos leemos.
V.
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