sábado, 12 de julio de 2025

La adultez con mochila invisible





Capítulo 2


Crecer no fue lo que me prometieron.

Siempre pensé que, al llegar a cierta edad, todo se colocaría: la estabilidad, la seguridad, las certezas. Pero la verdad es que la adultez me llegó con el corazón lleno de cicatrices y una mochila invisible que casi nadie ve, pero que pesa cada día.

Trabajo, estudio, pago facturas, organizo mi vida. Desde fuera, cumplo con lo que se espera de una mujer adulta. Pero lo que no se ve es el esfuerzo constante que hago para sostenerme por dentro. La lucha diaria por mantenerme entera, cuando lo que siento muchas veces es que me estoy desmoronando en silencio.

Hay días en los que funciono por inercia. Me levanto, desayuno, trabajo, estudio… y por dentro solo hay niebla. Un cansancio profundo que no se arregla durmiendo. Un dolor emocional que no tiene forma, pero que aprieta.

No hay red. No hay descanso real. Porque cuando vives con ansiedad, TCA y un pasado que sigue respirando detrás de ti, hasta las cosas más cotidianas se sienten como cuestas empinadas. Ir a una reunión, enfrentar un espejo, planificar una semana, comer en público, rendir… todo se convierte en un reto. Un reto silencioso que nadie aplaude.

Y lo peor es que he aprendido a disimularlo. A sonreír cuando quiero llorar. A decir “todo bien” cuando en realidad tengo un nudo en la garganta. A seguir adelante sin pedir ayuda, porque durante mucho tiempo sentí que pedir era molestar. Que sentir era debilidad. Que descansar era rendirse.

Pero poco a poco he empezado a entender algo: no tengo que cargar con todo sola. No tengo que demostrar que puedo con todo. No tengo que “ganarme” el derecho a parar.

Pedir ayuda no me hace menos adulta. Descansar no me hace irresponsable. Ser vulnerable no me hace débil.

Y si tú también te estás exigiendo demasiado, si cargas con cosas que nadie ve, si sientes que no estás hecha para esta vida que parece pedir siempre más… te digo lo que intento recordarme cada día:

🌾 No tienes que ser perfecta para merecer amor.

🌾 No tienes que rendir todo el tiempo para ser valiosa.

🌾 No tienes que sostenerlo todo tú sola.

Consejos desde una mochila invisible

• No compares tu camino con el de quien no carga lo mismo.
• Haz pausas sin pedir permiso.
• Nombra lo que te pesa. Decir “estoy cansada” también es un acto de dignidad.
• Si puedes, busca una red que no te juzgue. Aunque sea una persona. Aunque sea tú misma.
• No minimices tu dolor por miedo a incomodar.
• Es válido no poder con todo.
• Es válido pedir ayuda.
• Es válido parar.

Así me hablo ahora

• “No soy perezosa, estoy agotada. Y tengo derecho a descansar.”
• “Hoy no he sido productiva, pero he sido humana. Y eso vale.”
• “No tengo que entenderlo todo para validarlo. Si me duele, me duele.”
• “Estoy haciendo lo mejor que puedo con lo que tengo. Y eso es suficiente.”
• “Merezco cuidado. Incluso cuando no he hecho ‘nada’.”

Y tú…?

• ¿Qué cargas llevas que los demás no ven?
• ¿A quién podrías contárselo sin miedo?
• ¿Qué dirías si vieras a otra mujer tratándose como tú te tratas a ti misma?
• ¿Qué pasaría si empezaras a darte tregua?

Puedes escribir tus respuestas. O simplemente sentarte con ellas en silencio. Lo importante no es tenerlo claro, es atreverse a mirarlo sin culpa.

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